Hijo del tiempo y del reencuentro
Me enamoré de unos ojos profundos y marrones

Nacido del contacto y de la complicidad
Me enamoré de una risa alegre e infantil

Parido por el suave tacto y el dulce cantar
Me enamoré de la sensibilidad de unos largos dedos



Traído al mundo por la belleza y la inteligencia
Me enamoré de una mujer.

Ahora tengo que ser piedra
Piedra que se convertirá en roca
Roca que se hará granito
Granito que:
Abrasado por el Sol, perderá el brillo.
Castigado por la lluvia, perderá sus vivos cantos.
Atacado por el frío, se resquebrajará y romperá
Y cuando solo sea arena
El viento esparcirá sin compasión

Y que, ni aún así, dejará de amar a esa mujer.

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